Habrá una mujer acostada. Tal vez borracha o drogada. Su aliento, casi imperceptible, a veces es atravesado por un largo suspiro, un sobresalto. Cubierta sobre una cama.

La cortina revolotea. Luces de cada momento desde la marquesina. El cuerpo de la mujer, en el cuarto oscuro, se torna visible e invisible de acuerdo al agitar de la cortina. La coma es una rabo saltarín. Muestra una pareja de baile, como muñecos mecánicos, al ritmo sincopado de las luces. Academia, Dancing. Hay un letrero de neón en el antiguo edificio de enfrente.

Todo pasa por una fracción de segundo a intervalos regulares.

Cuando vea a la mujer otra vez, ella ha cambiado de posición en la cama. Se le descubren las medias con ligas. La puerta del armario está abierta. Contornos de vestidos.

Mezcla, en colores brillantes piel azul, rojo, amarillo, verde, pálido haciendo reverberar la piel pálida de la mujer. Habrá una cicatriz en la cara. Ella nunca toma sol.

Se supone, por supuesto, que la mujer tenga algún tipo de relación con Academia, Dancing. Las que bailan con los clientes, salen con ellos. Puede haber venido de allí, sólo. Debe ser un bailarina profesional.

De vez en cuando se puede decir, como si ni ella misma se lo creyera.

--Voy a guardar el dinero para una cirugía plástica.

El rufián que la 'protege' se encogerá de hombros ante esto.

No se conoce el origen de esta cicatriz. Nada bueno vendrá naturalmente. O mejor, no está claro si esto va a ser revelado.

En cualquier caso, la cicatriz es un elemento esencial en esta composición. Hay otro hombre mayor, siempre con traje, que por lo general ven a bailar con su esposa y le pide que no se quite la cicatriz. Eso es precisamente lo que...

Ella se ríe, le encanta ser el objeto de ese tipo de deseo y antes simulaba orgasmos. Realmente le gusta la piel blanca que contrasta con el vello púbico, el reflejo de las luces en él, el azul, la cicatriz. Le pidió que parara con eso.

Hay un acuario en la habitación, que también recibe una luz intermitente. ¿Cómo es la vida interna de un pez? ¿Quién alimenta estos peces? En realidad no importa, son los condimentos vivos de un ambiente frío, con una cómoda antigua en la que los están los cosméticos cosméticos, una caja de cuero con joyas de fantasía.

Pero la mujer ¿qué ve desde esta posición, dentro de la sala, frente a la ventana y la cama? Tampoco importa, es como una un cuadro encerrado a la noche en una galería o museo. ¿Los peces?

También habrá un plano interior en este cuadro, de esta mujer. Y el rufián que la arrastra al dormitorio, donde le dio dos bofetadas, sobre la cama. Son más bien imágenes o percepciones que luego se desmoronan, anestesiados. La cama con colcha color rosa. Después la otra le acaricia los pechos y entre sus muslos. Algún recuerdo reciente huele a otra mujer, una colega, que inyecta en la mujer del cuento, con una aguja, el contenido de una jeringa, en el baño de damas del baile académico. No es que ella está desarrollando un proceso de asociación de ideas. Entonces hay fuertes golpes en la puerta del baño.

La mujer allí, esperando por más. Podrá dar o recibir un disparo esa misma noche. Puede volver más tarde. Él salió dando un portazo. Golpes o cualquier otra cosa. O nunca. Pero no. O apenas irá a dormir con alguien, no se sabe.

La puerta no estaba cerrada con llave, la mujer se queda así, con su cicatriz, sus ligas en los muslos blancos recibiendo los colores brillantes, sin armas. Se puede hacer lo que quieras. Como si él, el matón, o cualquier otro, podría venir en cualquier momento y poseerla.

Los sonidos, los ruidos de la calle, la noche del viernes o el sábado. Pasos para penetrar de algún modo la conciencia de la mujer acostada. También penetrar en la habitación de al lado, separados por una división fina. El hombre está en silencio, pero la mujer se escucha claramente cuando uno de los zapatos de tacón alto, y luego el otro, son expulsados, golpeando contra algún obstáculo para caer de plano en el suelo. Desde los zapatos de tacón alto, cada uno. Otro hombre, el crujido de la madera. De repente, si se puede escuchar pasos en la escalera.

La mujer en el otro cuarto se ríe, como el hombre gime dentro de ella. Se acuesta boca abajo y disfruta, impregnada de lo que llega desde la otra habitación, pero mañana lo habrá olvidado. Es posible que apenas tenga levantado el vestido y haya levantado las bragas para que él la posea. Nada, pues, se ha ido. La otra, allá, se echa a reír cuando todo termina, rápidamente. La mujer aquí, en esta sala, se acariciaba, adormecida, su propio sexo.

Siente al olor de los cuerpos, también de un fumador. Pasos de nuevo, ahora subiendo por las escaleras, tacones altos, otros no, la puerta golpea allá abajo.

Todos gratis, retazos, como la intermitencia de las luces, la pareja bailando, siempre en el letrero luminoso.

También habrá música, que llega de Academia, Dancing. Se destacan los instrumentos de viento. La orquesta es buena, de viejos músicos, en su mayoría negros, negros viejos.

Conteo de palabras: